viernes, 12 de julio de 2013

COMPRENDER Y TRANSFORMAR LA ENSEÑANZA, J. Gimeno Sacristán y A. I. Pérez Gómez.

Capítulo III El aprendizaje Escolar: De la didáctica operatoria a la Reconstrucción de la Cultura en el Aula.

El capítulo propone una revisión del propósito del aprendizaje escolar, el cual debe trascender de la práctica operatoria propuesta por Piaget, a la reconstrucción de la cultura en el aula, basada en los aportes psicológicos de Vigoski y Bruner, entre los exponentes principales, de una nueva cultura en función de lo social.
Los autores plantean que el papel del estudiante y del docente se puede reconstruir como una expresión  de los planteamientos de Vigotsky como el de un actor mediado por su tutor. Es decir, el estudiante será el responsable de aprender desde su experiencia, contando con la intervención del maestro o tutor quien interviene creando experiencias de aprendizaje que favorezcan el aprendizaje para la vida desde el aula y llevada como vía de socialización.

Al tratar el aspecto de la cultura y su influencia en el proceso de aprendizaje, se determina que los intercambios espontáneos o facilitados del niño/a con su entorno físico no son en ningún caso, como parece desprenderse del planteamiento piagetiano, intercambios puramente físicos independientes de la mediación cultural. 
En este sentido, Vigotsky asegura que el desarrollo del niño/a siempre está mediatizado o influenciado por aspectos culturales y por ende del entorno físico y social que allí se presente.  Cuando el niño entra en contacto con un objeto físico, no sólo esta interactuando con sus características físicas, sino también con el significado que éste tiene dentro de su contexto y la funcionalidad social que se le ha dado. En dicho proceso, el maestro juega un papel importantísimo como facilitador y creador de espacios de aprendizaje significados compartidos a través de procesos abiertos de negociación, y de  construcción de perspectivas.

Por lo anterior, el mundo que rodea el desarrollo del niño/a es hoy, más que nunca, una clara construcción social donde las personas, objetos, espacios y creaciones culturales, políticas o sociales adquieren un sentido peculiar, en virtud de las coordenadas sociales e históricas que determinan su configuración; por tal razón, no se puede reducir todo a la evaluación de un resultado o de un producto y dejar de lado el valor determinante de los procesos; porque los resultados son efímeros, cambiantes, provisionales.

Para concluir, la función social de la escuela es pasar de la reproducción a la reconstrucción crítica del conocimiento y la experiencia y, definitivamente para que el aprendizaje sea significativo, éste debe estar inmerso en un contexto cultural familiar para el estudiante quién a través de estrategias, como la del aprendizaje cooperativo, pone a prueba sus concepciones y decide o no reconstruirlas, todo depende del significado que le generaron.  Es por esto, que el maestro debe fomentar éste tipo de aprendizaje en el aula, porque como ya se dijo en otro momento, el aprendizaje es de tipo social y es a partir de la interacción con el otro como los seres humanos construimos conocimiento.

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