sábado, 9 de julio de 2011

El Don de la Palabra

Las palabras dan sentido a nuestras vidas, además ellas poseen vida propia. No sólo significan: son. Nombran la realidad y se apropian de ella, la llenan de matices, de luces y de sombras. Son más verdad que el propio referente al que señalan. Se pronuncian, se escriben, se piensan. Se enlazan unas a otras formando tejidos únicos e irrepetibles. Comparten el mundo de diferentes maneras, nos lo demuestran, nos lo enuncian y llenan de saberes los pocos conocimientos que tenemos.

El don de la palabra es un privilegio. Tenemos la capacidad de aprovecharlo para expresarnos con respeto, humildad, sinceridad y oportunidad. Como artesanos de las palabras podemos utilizarlas en el buen sentido y esculpir con ellas un lenguaje cuidadoso y brillante, creando así una realidad mejor, una vida más sencilla y positiva, y unas relaciones mas sanas y equilibradas.

La lengua es convención. Si no fuera así no podríamos comunicarnos y establecer un lugar común que nos permita intercambiar información veraz y comprensible. Es que nuestras expresiones y lo que con ellas se quiere transmitir, deben tener también unos límites que  lindan con los de la libertad de los demás.

La palabra, don precioso concedido al género humano, no debe ser enfangada. Nos ha sido dada para comunicarnos y para transmitir a los demás recuerdos, escenas e imágenes percibidas por nuestra sensibilidad y pasados por el filtro del corazón, la imaginación o la conciencia. Se nos ha concedido, para transmitir alegría, para hacer felices a los demás.
Debe ser por ello, por lo que duele tanto escuchar palabras que ofenden, que desprestigian, que pretenden destruir; que van más en contra de las personas, que a hacer una critica positiva o una censura de sus hechos.

Debe ser por ello por lo que duelen tanto las palabras que propalan el engaño y la mentira; la calumnia o la difamación. Por ello debe ser, por lo que molestan tanto las palabras que encierran y soportan juicios y afirmaciones fundamentadas en la suposición en vez de en las realidades contrastadas, especialmente  si van dirigidas al desprestigio de algo o, lo que es peor, de alguien.
Los regalos que nos hacen, especialmente si son valiosos, se utilizan con mesura y con esmero para que se conserven sin desdoro.  Pues eso: la palabra: un maravilloso don, un regalo.

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